¿Cómo está definiendo el foodtech el futuro de la alimentación?
Nuestro sistema alimentario es uno de los de mayor impacto en la salud de las personas y del planeta. Es necesaria una transformación para que éste sea capaz de satisfacer las necesidades nutricionales de una población creciente dentro de los límites planetarios, redefiniendo nuestra cadena agroalimentaria tal y como la conocemos. Es en este punto de inflexión para nuestro sistema donde la innovación y las tecnologías aplicadas se desvelan como la clave para abordar este complejo futuro.
La necesidad de soluciones disruptivas ha sido la chispa para una explosión de innovación alimentaria, la explosión foodtech, un sector encabezado por startups cuya actividad consiguió una inversión global de 29.600 millones de dólares en 2022, según el último informe de AgFunder. Este esfuerzo inversor respalda el papel de sus agentes en el cambio de nuestro sistema productivo, con el objetivo de producir más alimentos nutritivos y accesibles mediante procesos neutros en carbono.
El sector foodtech aborda así un reto ambicioso pero ineludible para una industria alimentaria que en 2050 deberá aumentar su producción un 50% para dar de comer a más de 9 millones de personas. Junto a este incremento productivo, también será necesario reducir de forma contundente la enorme huella de carbono del sector, que ya es responsable un 31% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global.
Ante esta situación, se requiere una nueva visión global que avance de la sostenibilidad hacia la regeneración y de la acción individual a la cooperación y la innovación abierta.
Sabemos que esta innovación va de la mano con los avances tecnológicos y en muchos casos está condicionada por el contexto económico, social y legislativo que impacta en la industria. Esto implica que cada año podamos ver tendencias en el sector, aunque los grandes retos globales sobre sostenibilidad, creación de nuevos alimentos más saludables y el freno al desperdicio alimentario se mantienen.
La agricultura molecular. Startup argentina ha logrado producir proteínas de carne de cerdo a partir de la modificación genética de la soja. La agricultura molecular no es sólo un producto, sino una visión, destacando que no se trata sólo de la capacidad de crear proteínas y grasas a partir de vegetales, sino que lo importante es cómo de eficiente pueden ser estas técnicas para que puedan transformar la manera en la que estamos alimentando al mundo.
A través de la agricultura regenerativa se están reduciendo las emisiones de efecto invernadero y de metano de forma considerable en las marcas de alimentación. Para que la agricultura convencional vaya siendo cada vez más regenerativa, se debe ser capaz de generar valor a los agentes involucrados como, por ejemplo, a los productores, y así incentivar el cambio.
Cada vez más la industria agrícola está reaccionando y adoptando su uso, debido al aumento de la escala productiva y la complejidad que esto supone. La inteligencia artificial no sustituirá a los agricultores, sino que los potenciará y les ayudará a aumentar la producción.
Muchos de los desafíos actuales en torno a la carne cultivada tienen que ver con el precio y la escalabilidad de este producto. También es importante la regulación, pues mientras que en EEUU y Singapur ya se puede comercializar el pollo cultivado, en Europa (Países Bajos) únicamente se ha aprobado que se puedan hacer degustaciones.
Muchos estudios demuestran que, sobre todo las nuevas generaciones, aceptarán esta transición. Aún queda mucho por hacer, y lo principal va a ser la transparencia, informar bien a los consumidores. Los reguladores buscan asegurarse de que lo que comemos es seguro, así que cuanto más conocimiento tengan, más fácil les resultará tomar la decisión.
Por otro lado, la fermentación de precisión es una solución prometedora en cuanto las empresas logren escalar la producción, lo que permitiría generar nuevas proteínas a bajo coste y llegar a alcanzar la paridad de precios con la industria de proteínas tradicionales. Esto es muy relevante para que estas nuevas proteínas sean rápidamente adoptadas por el mercado. Existe una clara necesidad de que las empresas de fermentación alcancen rápidamente la escalabilidad, pero tienen retos por delante, como la inversión y la regulación.
Existen nuevos proyectos que también están marcando el futuro de la alimentación, tales como los envases comestibles de Bio2Coat, los helados proteicos con probióticos añadidos de Proasis, los productos vegetales análogos del huevo de Wevo o la demostración del último desarrollo de Thimus, la T-BOX, un sistema que permite medir la respuesta del consumidor ante los alimentos y adquirir datos en tiempo real, gracias a la neurociencia.
En conclusión, emprendedores de todo el mundo están desarrollando soluciones en los ámbitos de las nuevas proteínas, la agricultura molecular, la biodiversidad, los residuos, los envases y la nutrición personalizada. Para que estas soluciones crezcan a gran escala, los inversores y las grandes compañías tendrán que colaborar estrechamente y así ayudar a acelerar el desarrollo de estos proyectos. De igual forma, solo desde una actuación conjunta y coordinada y la creación de fuertes redes que impliquen a empresas, universidades e instituciones, será posible dar pasos decisivos hacia un sistema alimentario más saludable, resiliente y justo.
Fuente: revistaialimentos.com